SACRAMENTOS, ¿TROFEOS RADIANTES O MEDIOS SALVÍFICOS?

Por: Alberto Martín Ventura Grajeda.

Realidad sacramental.

Es penoso reconocer pero es una realidad, un gran número de bautizados católicos, no viven las promesas adquiridas. Las cuales recibieron en ese baño de gracia, -sacramentos- y por el contrario se vive una fe rústica y pobre en materia espiritual, echando en saco roto los dones y gracias de los cuales hemos sido partícipes.

Contexto latinoamericano.

En nuestro contexto latinoamericano, tenemos varios fallos innegables, (sistemas catequéticos caducos, no vivir El Evangelio, vivir según la cultura, “religiosidad popular”, falta de compromiso en la familia, sectas, mundo cibernético, entre otras.)

Ante esta avalancha de situaciones, son cada vez más los pequeños, que recurren al abandono de la catequesis infantil, siendo por otra parte cada vez menos, los inscritos año con año.

Decepción vs. Oportunidad.

Como hijos del todopoderoso, contamos con dos panoramas, uno lleno de decepciones, y el otro lleno de oportunidades, las cuales debemos aprovechar para ver, conmoverse y actuar.

Pero teniendo ese mismo espíritu de fe, del que dice la Escritura: Creí, y por eso hablé, también nosotros creemos, y por lo tanto, hablamos. (II Cor 4,13)

No basta con hacer una “buena crítica” necesitamos brindar algunas alternativas o por lo menos, hacer algunas recomendaciones prácticas, que nos ayuden a florecer nuevamente el cuerpo místico de Cristo, la iglesia. (cfr. Rm 12,5 Ef 3,6. 5,23 Col 1,18. 1,24)

No den las cosas sagradas a los perros.

No podemos menospreciar los regalos celestiales, (sacramentos) y vivir de manera contraria a aquello, que hemos decidido poner fin (pecado).

No se debe recibir un sacramento para vivir de la misma manera en que antes se hacía, si no por el contrario, debemos renunciar de una vez por todas a todo aquello que nos impide estar en gracia divina, los sacramentos son “cosas sagradas” no debemos dárselos a los perros, “vicios, pasiones, pecados desordenados, indiferencia divina”

Capturas de gracia.

Las fotografías nos ayudan a recordar momentos importantes, pasados y presentes, y en ocasiones nos “hacen regresar a ese instante”. Para muchas familias es de vital importancia capturar en fotografías o video esos momentos tan especiales, el bautismo de nuestros hijos, su primera comunión, y qué decir del día que reciben la bendición de Dios en el sacramento del matrimonio, (cfr. Gn 1,22) claro, si fueron llamados al sacerdocio, o la vida consagrada de igual manera será maravilloso capturar esos momentos.

Bueno, aquí nos enfocaremos en los sacramentos de iniciación cristiana, y el matrimonio, ¿Cuántos de nosotros contamos con fotografías de esos momentos extraordinarios? cuando el Señor en su infinita misericordia, nos ungió en alguno de estos sacramentos, me imagino que muchos de nosotros. ¿Cuántos de nosotros hemos colgado en ese bello cuadro el compromiso que adquirimos ese mismo día?

Siendo más claro. Muchos de nosotros después de recibir el sacramento del matrimonio, no volvimos a recibir el sacramento de la reconciliación, por con siguiente, no podemos acércanos al sacramento de la Eucaristía, y si recurrimos a él sin estar preparados (cfr. I Cor 11,28) (en gracia) es aún peor, (cfr. I Cor 11,29 ss.) y en ocasiones nos alejamos de la santa cena, (Misa). Quedando así en una especie de “muerte espiritual” semejante a un bote en medio del inmenso mar que ha quedado “a la deriva” sin rumbo fijo.

Santidad vs. Paganismo.

El latino, tiene lleva “fiesta por dentro” es decir, somos alegres “rumberos” –sin generalizar- y celebramos casi cualquier evento momento especial, cumpleaños, fin del ciclo escolar, al adquirir una vivienda, al comprar tu primer coche etc.

El problema es; cuando mezclamos “lo sagrado con lo mundano” los sacramentos son medios de salvación, y en ocasiones después de haber adquirido alguno de ellos, terminamos echando a la “basura” lo maravilloso del mismo.

Pasamos de la Eucaristía a la bebida sin control, del orden al desorden, de lo santo a lo mundano, (no generalizo) pero en su mayoría actuamos de este modo, (yo fui el primero que actuaba de esta manera) de acuerdo a mi ignorancia religiosa, pero poco a poco hemos ido purificando nuestras convivencias cristianas, hasta el punto de no necesitar, una sola gota de alcohol para celebrar, o quizá lo más necesario para un bello brindis. -No estoy afirmando que beber es malo, el pecado es el exceso- (cfr. Pv 23, 29-30)

Nuevo pentecostés.

Por lo tanto, hermanos, yo los exhorto por la misericordia de Dios a ofrecerse ustedes mismos como una víctima viva, santa y agradable a Dios: este es el culto espiritual que deben ofrecer. No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto. En virtud de la gracia que me fue dada, le digo a cada uno de ustedes: no se estimen más de lo que conviene; pero tengan por ustedes una estima razonable, según la medida de la fe que Dios repartió a cada uno. Porque así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros con diversas funciones. (Rm 12, 1-4)

San Pablo nos invita a cambiar nuestra manera de pensar, para cambiar nuestra vivir, y así cambiar la manera en que vivimos nuestra fe católica, pidamos al Dios Altísimo, nos de la gracia y fuerza necesaria, para poder dar testimonio de aquello que creemos, y los tesoros invaluables los cuales nos permite recibir gratuitamente, -sacramentos- no se conviertan en simples “festividades populares o encuentros sociales” mezclados con lo sagrado, Dios nos de la gracia para llevarlo a cabo, por el medio del inmaculado corazón de María Santísima, que así sea.