AYUNO — Siguiendo las huellas de la Palabra de Dios y el ejemplo de los Santos —
- Alberto Martín Ventura G.
- 26 feb 2020
- 3 Min. de lectura

Una práctica humilde y piadosa
Por tanto ayuno, se doblan mis rodillas (Salmo 109, 24)
Con estas fuertes palabras del salmista, iniciamos
nuestra reflexión sobre esta práctica espiritual tan antigua.
El ayuno, sin lugar a dudas, es una práctica humilde y piadosa,
si se hace de corazón y no por obligación. Tenemos el gran
ejemplo de Ana, la profetisa, aquella mujer piadosa que
hablaba de la llegada del Mesías a quienes querían
escucharla:
Permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no
se apartaba del Templo, sirviendo a Dios, noche y día
en ayunos y oraciones. (Lc 2, 37)
La fuerza espiritual de esta mujer es enorme. Así como
ella, numerosos discípulos de Cristo, a lo largo de estos dos
mil años, han llevado una práctica de fe igual de grande,
ayudando a la Iglesia en la propagación del Evangelio.
El ejemplo de San Benito de Nursia
Nació en Nursia, Italia, en el 480 d. C. Después de haber
recibido una adecuada formación, se retiró de la ciudad a
Enfide, para dedicarse al estudio y practicar una vida de
rigurosa disciplina ascética. Después, a los 20 años se fue al
monte Subiaco, bajo la guía de un ermitaño, a vivir en una
cueva.
Posteriormente se fue con los monjes de Vicovaro. No
duró allí mucho ya que, tras elegirlo prior, después trataron
de envenenarlo por la disciplina que les exigía. Después de
esto, con un grupo de jóvenes, fundó su primer monasterio
en la montaña de Cassino en 529. Allí escribió la Regla,
cuya difusión le valió el título de patriarca del monaquismo
occidental, además de la paternidad de Europa. Fundó
numerosos monasterios: auténticos centros de formación y
cultura, capaces de propagar la fe en tiempos de crisis.
Entre sus virtudes ascéticas, se cuenta que solía
levantarse a las 2 de la madrugada a rezar los salmos. Pasaba
horas rezando y meditando. Hacía también horas de trabajo
manual, imitando a Jesucristo. Veía el trabajo como algo
honroso, compatible perfectamente con la oración; de ahí su
idea-fuerza: ora et labora. Su dieta era vegetariana y ayunaba
diariamente, sin comer hasta la tarde.
Era un excelente director espiritual, predicador
incansable, amable cristiano, e incluso un poderoso exorcista.
Otro gigante de la ascética: el Padre Pío
Nació en Pietrelcina en 1887. A sus joviales 16 años,
entró en el noviciado de la orden de los Frailes Menores
Capuchinos en Morcone. Ahí recibió el nombre de Fray Pío.
Después de la ordenación sacerdotal, por motivos de salud
permaneció con su familia hasta 1916. En septiembre del
mismo año fue enviado al Convento de San Giovanni
Rotondo y permaneció allí hasta su muerte.
Entre sus prácticas espirituales, sabemos que hacía
sacrificios como el ayuno, las vigilias, la soledad y varias
otras mortificaciones, que formaron una parte importante
en su desarrollo espiritual. Estas acciones lo fortalecieron,
dotándolo de virtudes y librando su espíritu de todo egoísmo.
El ideal franciscano siempre estuvo al frente de sus
motivaciones.
Vivirlo en carne propia
En mi humilde experiencia, sin la ayuda de Dios, por
medio del ayuno no hubiera podido superar grandes pruebas.
Llevo apenas 3 años ayunando todos los viernes, como un
acto de amor por la muerte de Nuestro Señor aquel Viernes
Santo. Lo llevo a la práctica a base de agua y pan.
Actualmente estoy comenzando a hacerlo también los
sábados, para acompañar a la Virgen María en su luto.
¡Imagínense el dolor que pasó!
En cierta ocasión un sacerdote me decía que no hace
falte mortificarse tanto ya que debemos cuidar mejor lo que
sale de la boca, y no tanto lo que entra:
Lo que entra por la boca no hace impura a la persona,
pero sí mancha a la persona lo que sale de su boca. (Mt
15, 11)
Estoy de acuerdo en que de nada sirve ayunar y estar
hablando mal del prójimo al mismo tiempo. Pero, por otro
lado, creo que el católico de hoy le teme al sacrificio y al
dolor. Le aterra mortificarse. Por eso estamos como estamos:
débiles en la fe.
El ayuno viene acompañado de muchos dones que te
ayudan a ser humilde y agradecido con el Señor. Ayuda a
valorar los sagrados alimentos, además de ser muy bueno
para resistir las tentaciones. En la angustia da fuerzas. Te
hace dócil, responsable y obediente.
Por medio del ayuno participamos en el sufrimiento y
en el dolor de aquellos que no tienen que comer. Nos
encontramos con el Cristo de los pobres, ahí donde lo
llevemos a cabo: en casa, trabajo, escuela, etc. Ayunando,
Cristo te abraza y te dice al oído:
No sólo de pan vive el hombre (Mt 4, 4)
Espero de todo corazón que esta bella práctica regrese
a cada uno de los bautizados. Recordemos que el ayuno sin
oración es dieta. Ofrécelo por ti y tu familia, por la Iglesia y
por el mundo entero: descubrirás el poder que tiene.
A esta clase (de demonios) sólo se la expulsa con la
oración y el ayuno. (Mt 17, 21; Mc 9, 29)
No antepongan nada absolutamente a Cristo. (San Benito de Nursia)
Desde que tomé las armas hice el propósito de dar la vida por Cristo. No voy a perder el ayuno al cuarto para las doce. (Norberto López, joven cristero)
El ayuno, es un ejercicio silencioso y poderoso;debilita la soberbia y ayuda en las tentaciones. (Alberto Ventura)
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