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ADEPSIQUE (Parte 1)

  • Foto del escritor: Alberto Martín Ventura G.
    Alberto Martín Ventura G.
  • 12 may 2020
  • 5 Min. de lectura

Por: Alberto Martín Ventura Grajeda MAP


Yo soy la vid, ustedes los sarmientos El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. (Jn 15,5)

Quiero compartir una parte de mi vida que es muy importante para mi, y que quizá muy pocos conocen, incluso algunos familiares y amigos, creo que mas de alguno se podría tornar algo sorprendido, o quizá no. Antes de hacerlo me gustaría aclarar lo siguiente; Lo que estoy apunto de relatar no es ficción, o producto la imaginación del autor, lo que están apunto de leer es tan real como el sol que nos ilumina cada mañana. (Recomiendo que si padeces algún tipo de ansiedad, leas este articulo en compañía de algún ser querido)


También considero importante subrayar que la finalidad de esta serie de artículos es poder ayudar compartiendo mi experiencia a quienes padecen algún tipo de ansiedad, no busco conmiseración o lastima, si no lo todo contrario.


La oscuridad del día.


Debo remontarme hacia el año 2003-2004 no lo recuerdo con exactitud y es por eso que quise comenzar a escribir esto hoy antes de que olvide mas detalles. Bueno, para esos tiempos tenia unos 15 a 16 años no mas, y me encontraba en una etapa de mi adolescencia muy difícil y complicada, esa etapa en la que creemos que nadie nos quiere o nos entiende, luchamos por tratar de encajar en algún lado pero en ocasiones todos los intentos se tornan fallidos, bueno eso me sucedía a mi habrá quienes no saben de que hablo.


Por aquellos días formaba parte de una "pandilla" si se le puede llamar así, eramos un grupo de "amigos" que la mayoría de las veces estábamos metidos en líos o en peleas contra otros chicos de diferentes zonas. Recuerdo aquel día como si hubiera sido hace apenas un corto tiempo, nos encontrábamos unos amigos y yo afuera de un plantel de secundaria, esperando a unos amigos, llego el momento de salida del turno vespertino y todo parecía normal hasta que un joven de unos escasos 13 o 14 años, se nos acerco pidiendo ayuda ya que otros chicos lo querían agredir de manera física, Pelea-pleito.


¡Pero claro! nosotros eramos los guardianes del orden ¿Por que no ayudarlo? ¿Cierto? Hasta el día de hoy me arrepiento tanto de haberlo hecho. Bueno, en ese momento mi primo y yo le preguntamos al joven quienes eran, los apunto con su mano y comenzamos a perseguirlos, hoy recuerdo esto con mucha pena y dolor, [pensativo] [...] seguimos a esos dos jóvenes que eran 2 y 3 años mayores que nosotros, por unas 7 cuadras aproximadamente, unos 300 metros quizá mas, cuando por fin los alcanzamos, lamento decirlo, comenzamos a pelear físicamente, mientras mi primo lo hacia con uno yo me las veía con otro.


No se de donde salio otro chico que cegado por la ira y el odio, comenzó a golpear al joven con el que yo peleaba, y lo único que hice fue quedar un par de segundo en shock debido a la rabia que desbordaba, al par de unos segundo lo dejo y huyo salio corriendo y evidentemente yo hice lo mismo, pero ese día algo golpeo mi conciencia algo que no lo había echo antes, al paso de algunos días algunas autoridades de la ciudad se encontraban por las calles donde residía preguntando por tres chicos ¿Adivinen que? yo era uno de ellos, teníamos una orden de aprensión, a mis 16 años era todo un delincuente, siento mucha pena al contarlo pero es la verdad.


Nuevo comienzo.


¿Recuerdan al joven que llego a la pelea y agredió de una manera muy violenta al otro chico? Pues bueno creo que los cargos mas fuertes se presentaron en su contra, y fue consignado a una correccional de menores. mientras tanto mis padres me reprendieron y me dieron solo 2 opciones, me dijeron; - ¡Vete unos meses al campo con tus tíos o prepárate para hacerle compañía a tu amigo preso! No dude en seguir la primara opción. Llegue a ese bello pueblo, (eso pienso hoy) pero debo confesar que cuando todo esto sucedió tenia rabia y me parecía un lugar muy aburrido y desagradable, ¡que tonto fui!


Recuerdo que la primera noche fue muy difícil para mi, pues estaba acostumbrado a dormir casi a media noche y mis tíos se dormían muy temprano, dormí en la sala, en una "camita" que existe en México llamada (catre) era muy cómoda pero recuerdo que hacia un frió feroz, lo dice un joven que siempre vivió en la costa, con temperaturas no menos a 20 °C, y por esas fechas en aquel lugar decencia hasta 8 °C, realmente sentía que me congelaba, (lo se yo me lo busque) pasaron los días y evidentemente no podía estar sin hacer nada, aunque en aquellos días yo tenia ningún problema con eso. Bueno, conseguí un empleo en una tienda de abarrotes cerca del pueblo a unos 20 minutos en autobús.


Recuerdo levantarme a las 6 a.m. y bañarme con agua que parecía estar congelada, realmente no se si eso era necesario o fue un castigo sin decírmelo, pero recuerdo que tenia que hacerlo, en fin, todos los días los comenzaba fresco como una lechuga, como dice un popular refrán (Mexicano)


Cabe mencionar que en este empleo entraba a las 7 de la mañana y salia a las 7 de la noche, y por esta zona solo tenia la oportunidad de tomar un autobús de regreso a casa de mis tíos si lo perdía, no existía otro medio de transporte que no fuera a pie, bueno pues creo que tenia que pasar algún día, por jugar vídeo-juegos perdí el autobús, en aquellos días no existían los celulares y no había casetas telefónicas cerca, así que comencé a caminar detrás de unos jóvenes universitarios, que vivían por esas zonas, pensé que al menos uno iría al mismo pueblo que yo.


Primer ataque.


Recuerdo haber caminado unos 25 minutos y apenas habíamos recorrido la mitad del camino, algo que quiero mencionar es que estas calles son muy oscuras y con muchos arboles que en ocasiones impedía que la luz de la luna nos iluminara, algo tétrico en ocasiones, llegamos a un pueblo y el ultimo de los chicos que venia caminado conmigo entro ahí, voltee a mi alrededor y todo estaba oscuro, había arboles muy grandes, y un granero con caballos y otros animales, por si fuera poco mis nervios me comenzaron a traicionar y el relinchar de los caballos no me ayudo en nada a tranquilizarme, voltee a ver el camino que debía seguir y me entro un miedo que jamas había experimentado estaba solo en medio de la nada sin contar con un medio de comunicación o transporte realmente experimente el miedo y una ansiedad terrible.


Comencé a escuchar el canto de un búho, y comencé a sentir que faltaba el aire, y mi pecho se contraía, las manos me comenzaron a sudar en exceso y comencé a tener pensamientos muy negativos y el miedo se comenzó a apoderarse de mi, recuerdo que esos minutos parecían horas y deseaba que terminaran lo mas pronto posible, pero no sabia que lo peor estaba por suceder (...) ¿Quieres saber como termino toda esta situación? espera la siguiente parte.


 
 
 

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